UNA INVITACIÓN
- Un debate es una forma de discutir ideas divergentes, de maneras de pensar diferentes, o propuestas disímiles. El debate es la línea o política, o cultural, o histórica, que intenta hacer un deslinde con el contrario; si solo si, por medio de valederos idearios de la visión (institucional o individual dependiendo del caso) a seguir a través de los valores del individuo y en pronta ejecución a través de las misiones asignadas. Se trata de realzar el temario propio y desgarrar el del otro, darle el sentido de mamotreto, de equivocación, de error, de prescindible, innecesario, sustituible. Una vez cometido de este acto de asociación, no queda más que exponer las ideas propias y darle un sentido de originalidad y de verdad. Para mí, esto es un debate.
- No me falta el tiempo. No puedo excusarme un viernes en la noche, al menos que sea una tragedia. Generalmente ese día y a esa hora, juego póquer hasta las 4 am. en algunos casos, y al día siguiente me levanto a las 6.30 am para ir a trabajar; es decir, ni cansancio siquiera por el término de la semana. Son excusas tontas. El que quiere, puede.
- Considero una discusión bizantina enrostrarle a un fujimorista o a un nacionalista los errores de su partido, los errores del Plan de Gobierno, o los errores de su candidatura, sus atavíos pasados. No, no lo voy hacer. Porque un sujeto que ya definió su voto, o un reacio partidario que alquila la lengua y sus pulmones para gritar por quien va a votar, no entiende de absolutamente nada, de nada que este fuera de su cerebro y de nada que este fuera de su lineamientos. No pienso gastar saliva en responderle a alguien que, si bien, no comparte mi punto de vista (eso ya seria mucho pedir) al menos me respete por decir lo que yo pienso; ya que siempre es bueno seguir los dictámenes de la razon y la cordura, de escuchar y de responder alturadamente y sobre todo con respeto. No voy a confrontar ideas en un momento tan álgido para cada uno de nosotros; en donde la mitad más uno de los peruanos, hubiese querido otra opción: diáfana y más leal a los principios de gobernabilidad en democracia, que de lo que representan estos señores.
- No creo que vaya porque la intolerancia se respira en cualquier claustro universitario, en cualquier café de Lima o en cualquier charla amical. Porque no se respetan las ideas ajenas, los dogmas contrarios, la diversidad de formas de razonar. Las personas han llegado al punto (y aun mas en época electoral) de denigrar y vapulear cual puta de barriada a los que no siguen al rebaño, a los que creen que los principios de la democracia, que se encuentran enteramente en tres conceptos fundamentales, liberté, égalité, fraternité; y no de dictadura, represión e intolerancia. Como me los muestran (uno más que otro) Keiko y Ollanta. Nunca fui seguidor de ninguno de los dos, ni pienso apoyarlos ciegamente en época electoral, y ni lo voy a ser sabiendo quien salió como presidente.
- Tengo un lineamiento político que se resume en tres elementos: liberalismo, democracia participativa y conciencia social; todos, y cada uno de ellos, en gobernabilidad. Cada uno de ellos adscrito a los principios de la igualdad, libertad y fraternidad, como lo acabo de decir. Cada uno de ellos, adjunto al progreso nacional. No encuentro mayores trabas para este progreso que las formas despóticas y autócratas de los encumbrados en el poder (y cegados por el), que impiden la libertad de los individuos en todos sus ámbitos. No sé de mayores inconvenientes para la apertura de ideas y de formas de razonar que el impedimento y las mordazas de gobiernos despóticos, crueles y sanguinarios. No entiendo las represiones sin motivo aparente para las personas que plasman con la pluma en el papel, lo que su corazón y la verdad dictan, lo que la conciencia añora, lo que el alma desea.
- La voz del pueblo, vapuleado por años de desgracia, pobreza y servidumbre no es escuchada por las figuras representativas de nuestra política. Ahora dime tú, ¿Nosotros, en 12 metros cuadrados, vamos a decidir el futuro de nuestro país, con nuestra tratativa de la problemática? ¿vamos a esculpir nuestro destino, hablando como loros y hasta por los codos? ¿Nosotros, seis individuos, vamos a tomar la rienda de los otros veintiocho millones, porque se nos ocurrió hablar de los problemas sociales en la época electoral? Si queremos un cambio, si queremos ser representados, sino estamos de acuerdo con la imposición de ideas, no vamos a aprender nada más que la intolerancia del otro, y no vamos a entrar más que a la discusión sin salida y sin sentido del juego político. Tenemos que salir a las calles a luchar por todos y cada uno de nosotros; si da asco la política porque solo es representativa cuando los candidatos se venden por un voto, entonces convoquemos a las masas a gritar voz en cuello sobre lo que nos aqueja. Las redes sociales como dinamos de ideas dispersas y de impulsor de grandes grupos, es una herramienta para conseguir apoyo y propalar ideas. Un claro ejemplo de lo que digo es la convocatoria de la mitad de España en Madrid, para establecer las bases de la nueva Democracia real, en donde estos no están de acuerdo con las directrices económicas y sociales impuestas por RZ.
- Pero nosotros no estamos unidos, no tenemos capacidad de convocatoria [pacífica] y no sabemos realmente qué es lo que queremos. Si la polarización en la campaña se torna cada vez más aburrida, penosa, apestosa y vulgar, no me puedo imaginar (y te lo digo con bastante tristeza) luchando juntos los fujimoristas y los nacionalistas por una misma causa una vez que las cartas estén echadas. Porque son como Capuleto y los Montero, como los Tudor y los Estuardo, como los Huguenot y los católicos: no son capaces de sintetizar, sopesar, medir, contrastar y perfeccionar ideas en conjunto. Es una guerra de polos.
- Sin embargo, no coincido como muchos columnistas, analistas, políticos, sociólogos, psicoanalistas, politólogos, periodistas y remedos de hombres. Que, o bien se venden al mejor postor, o bien declinan su voto por meras estupideces misántropas. Por ejemplo, no desvío mis principios por un rencor enconado como Fernando Rospigliosi, que si fue un periodista combativo de las injusticias de la dictadura de Fujimori junto con otros tantos, ahora lo apoya sin rubor o sin reparos. O como el poco hombre de Aldo Mariátegui, que habla sandeces en todos los idiomas, llevado por un temor infundado, soso y ganso. O el otro extremo, el del respetado Pedro Salinas, una persona admirable, inteligente y conspicua, que prefiere exhortar (entre líneas) a sus seguidores asiduos (como yo), de no votar por nadie, es decir, de ser consecuente de nuestras preferencias y dejar que “se haga lo que se tiene que hacer”. No comparto ni uno ni otro extremo; aunque los respeto como comunicadores sociales, no por sus ideas...
- Finalmente, ya tengo mi voto definido, y no necesité de interrogativas innecesarias a mí mismo para saber por quién. Voto porque en mis manos junto a la de mis pares, y mis antecesores se encuentra el destino nuestro, por más romántico y novelesco que suene. Porque ejerzo mi derecho a votar y no mi deber de votar. Porque me siento joven, lucido y con ganas de decidir mi futuro, y porque no hay mejor formar de hacerlo, que dejando de lado el resentimiento el vituperio y demás exangües formas de pensar. Voto por ser partícipe de la democracia y voto por ser tomado en cuenta.
- No quiero las malas interpretaciones al momento de asumir una bandera política, la que yo creo humildemente, es la mejor opción para mi país; al menos en este caso en particular. Mi voto es por Ollanta Humala, que asumo va tomar con mayor rigor y tenacidad la banda presidencial; porque creo que la redistribución económica va ser una realidad; porque tengo en cuenta que la corrupción y los lobbies se van acabar de una buena vez; porque considero que los principios antes mencionados van a ser realidad; porque no creo en el bombardeo de información parcializada de los grandes grupos de poder que quieren minar mi voto; porque lleva consigo gente capaz, gente idónea, técnica y, sobre todo, demócrata; porque tiene el apoyo y el auspicio del mundo intelectual y académico representado en sus más insignes figuras; porque necesitamos un rostro nuevo que devuelva las esperanzas de los menos favorecidos; porque queremos más apoyo social y mejor infraestructura en colegios, hospitales, comisarías y un largo etcétera; porque la seguridad ciudadana va ser una de las tareas ; porque tenemos que capitalizar nuestro éxito económico hacia adentro; entre otras valederas razones. Humala no está exento de críticas, no reconocerlo sería un error, una payasada. Lo matanza en Madre Mía, el levantamiento de Locumba, la influencia de Hugo Chávez y demás cosas, no es un juego de niños, son razones valederas para desechar cualquier candidatura; de igual manera que la de Keiko. Los dos son personajes que son harto cuestionados por lo que dijeron, por lo que pensaron, por lo que avalaron o por lo que ejecutaron. La única diferencia sensata, con la cual me identifico y con la cual estoy a favor, es con la de Gana Perú, por las razones que ya expliqué. Sin embargo, si es que el Estado de Derecho a lo largo del tiempo se ve deteriorado, las instituciones democráticas impedidas de ejercer sus funciones vitales por las cuales fueron creadas, la libre expresión supeditada a directrices de gobierno o la dictadura que conocemos de pies a cabeza, imperante, saldremos a las calles a que se escuche nuestra voz de protesta, a lo MVLL.
Respeto a las personas que votan por Fuerza 2011, tienen razones fuertes para hacerlo; aunque particularmente no las comparto, yo considero que en democracia, la tolerancia con las ideas divergentes y diversas es una premisa fundamental. Siempre trato de combatir lo que no es correcto, lo que es sesgado y lo que no tiene sustento, en este caso particular podría ser así; pero ninguno de los candidatos está libre de absolutamente nada. Un abrazo fraternal y un caluroso saludo. Espero que, si no hubo un debate, haya expresado mis ideas y haya sido comprendido por las mismas.
Luis Casanova Paredes
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