Frederick Cooper, en una columna publicada en La Republica, demuestra la nula proyección histórica, cultural, urbanística y económica que ha padecido la ciudad de Lima; la inoperancia como estandarte en las gestiones de los alcaldes en los últimos cincuenta años; las políticas y estrategias improvisadas de las cuales hemos hecho patente; y el caos reinante como hijo legítimo de las inacciones en nuestra ciudad. No solo ello, hace un repaso general y comparativo con diferentes ciudades de Latinoamérica como Curitiba, Guayaquil y Medellín (entre otras, menos acordes a nuestra realidad). En éstas, el desarrollo urbano, la seguridad ciudadana y el transporte público han alcanzado – si bien falta mucho por hacer todavía – estándares adecuados para una convivencia estable y segura.
Cooper analiza Lima en toda su magnitud, y es muy claro en su diagnóstico. Carece de servicios de calidad; políticas públicas para frenar el desorden vehicular, las bandas criminales y cobertura sanitaria; y sobre todo, de un impulso hacia la estética urbana. Para mejorar todo ello y para cumplir responsablemente cada una de las promesas que cuanto electo Alcalde hace, debe recurrir ineludiblemente a los “profesionales idóneos” es decir, no solamente políticos dicharacheros, sino especialistas en áreas determinadas que cumplan una función de acción. Y ello, prosigue Cooper, desnuda una realidad: que la viabilidad en torno a una Lima, eficiente, segura, “bonita”, es decir nueva, no solo es parte del trabajo de la Municipalidad de Lima, sino es también del gobierno Central. Se desprende también de sus palabras que para hacer un cambio legítimo y viable deben participar tanto las instituciones públicas y privadas, como la ciudadanía en general. TODOS, debemos ser parte de un nuevo orden, no ideológico o económico, sino cultural.
Traigo a mención este artículo, por la caída libre que mantiene Susana Villarán en lo que respecta a popularidad. La última encuesta de Datum le da ochenta y dos por ciento de desaprobación en Octubre, ochenta y cinco por ciento percibe a la ciudad como igual o peor, y sesenta y nueve personas de cada cien, afirma cuando se le pregunta sobre la mejor obra de Villarán, que no ha hecho nada. Como lo lee, nada. Cifras poco alentadoras para una gestión que tiene menos de un año de labores. Hablan de una renuencia hacia el nuevo enfoque que pretende inyectar la alcaldesa y la falta de “obras” durante este año, en comparación inmediata con lo que hizo Luis Castañeda durante dos periodos, y la sintonía conciliadora y práctica de Alberto Andrade.
El precario respaldo hacia esta nueva gestión pasa por una ineficiente comunicación por parte de la alcaldía, el desconocimiento de las obras físicas que demuestren lo avanzado, un temerario frente periodístico que minimiza las tareas cumplidas y la escrupulosa sensación de inaptitud que impregna al Palacio Municipal. ¿Estamos, otra vez, ante un partido político que prometió transparencia y trabajo y que solo ha demostrado improvisación y falta de rigor frente a las problemáticas? Me parece que no. Y es porque, si bien las informaciones respecto a lo alcanzado por Fuerza Social durante este año han sido mininamente difundidas o percibidas como insuficientes, el marasmo institucional se ha dejado de lado, y los temas de mayor envergadura – esos que generan mayor cantidad de titulares en los medio por cierto– está siendo trabajado con empuje
La cuestión pasa en primer lugar, por las tendencias políticas, los grupos de poder y la guerra electoral que enfrentó a dos oponentes de diferentes tiendas ideológicas en las elecciones del dos mil diez, Villarán y Flores Nano, de la que salió triunfadora la primera. Allí hubo un quiebre en donde nuestra desfasada pero afortunada derecha a través de los medios de comunicación afines, se encontraron en una situación insoportablemente fatal, una alcaldesa de izquierda. Apocalipsis. La ceguera que trasluce su impotencia y conservadurismo, no hizo más que demostrar su intolerancia hacia todo movimiento político que no sea de su agrado, afín, consonante. Esta situación permite esclarecer, que a través de la televisión, las páginas de los diarios o las voces reaccionarias en las radios, nos empujen a nosotros los ciudadanos de a pie, a complotar también, contra lo que está mal – y me parece eso no solamente justo sino también razonable – pero al mismo tiempo a dar la espalda a las cosas que se logran. En otras palabras, lo que está mal, genera un titular, y lo que está bien es información irrelevante.
Por otro lado, la sinonimia que quisieron entablar entre esta gestión y la anterior, es para el olvido. Hay una diferencia en hacer gestión entre estos dos personajes. Castañeda hizo obras de inclusión social (a su manera); las escaleras amarillas, los hospitales de la solidaridad, desvíos vehiculares, puentes, el Metropolitano y un largo etcétera. Todo ello muy bien. Las obras públicas, la tierra, el cemento y el ladrillo, son necesarios – con un planeamiento adecuado – para que la ciudadanía se siente identificada, es así como el limense, quiere a su ciudad. Pero la pregunta que todos nos debemos hacer es ¿obras a costa de qué? de la corrupción, claro está. De la doble moral, de los millones de soles, de grandes licitaciones, de puestas en escena para no dar la cara, del mutismo como arma de fuego y de la ceguera antes la justicia.
La sobreexposición que ha tenido Villarán en estos meses es otra de las razones por la cual no es bien vista ante la población limeña. Así lo apunta la periodista Flor Huilca; afirma que la estrategia de comunicación que siguió durante toda su gestión, fue la misma que tuvo durante la campaña. Es decir, las propuestas y las iniciativas propias de un candidato no pueden ser las mismas una vez que ya ocupó el cargo. Un claro ejemplo de esto, sigue la Huilca, son los tiros al aire que hizo la alcaldesa al hablar del plan Zanahoria o la zona Rosa. Medidas impopulares en una ciudad popular. Estas pretensiones no cayeron bien en la población por motivos más que evidentes. Primero ¿Quién va dejar de comprar bebidas alcohólicas después de las once de la noche? Nadie. La otra, ¿Quién quiere cerca de su casa una lugar donde las prostitutas ofrezcan sus servicios? Nadie, tampoco. Quiero dejar en claro, que con ellos no estoy queriendo que el populismo y la demagogia se hagan cargo de la Municipalidad. Sino que, antes de lanzar propuestas bienintencionadas, merezcan el debate claro y conciso, una revisión del ámbito legal en donde se sustente la propuesta, y un plan articulado que sea capaz de ejecutarlo. Es decir, planeamiento y normatividad.
Esto último demuestra que, como todo personaje público, Susana Villarán tiene insuficiencias. Nadie es infalible en este juego. Su baja popularidad, la sensación que no hace nada, y su carácter demasiado conciliador para con todos es un tema de apabullamiento y celaje voraz. Las carencias que como toda persona inserta en política tiene, no destierra indefectiblemente, los compromisos y las aptitudes por las que fue elegida en voto popular, democrático y libre. Pedir su revocatoria y querer que no cumpla su mandato, sería una verdadera idiotez que no solo demostraría impaciencia e intolerancia sino también falta de conocimiento. Si la revocatoria prospera y finalmente Villarán es depuesta de la alcaldía que legítimamente alcanzo, el que se haría cargo seria Zegarra, también de Fuerza Social y con las mismas ideas que su virtual antecesora.
¿Qué ha hecho Susana Villarán en estos meses de gestión? Los avances están, y eso es fácilmente demostrable. En seguridad ciudadana, doscientos cincuenta serenos se han sumado a los mal de mil que ya habían; cuatrocientos policías del Escuadrón verde luchan desde junio contra la delincuencia y las bandas organizadas, instalación de ocho Puestos de Auxilio rápido en el Cercado; creación del Comité de Seguridad Ciudadana que se encuentra articulado a todos los distritos de Lima; presencia de Jueces de Paz para delitos menores, y cien nuevas cámaras de videovigilancia. En lo que respecta a Desarrollo social/urbano, quinientas escaleras y diecisiete lozas deportivas; programa “Igualdad” en Barrios Altos, para su acercamiento a los servicios de salud; inicio de las remodelaciones en cuatro plazas históricas; campañas de prevención de cáncer y otras enfermedades; inauguración de tres nuevos Hospitales de la Solidaridad; implementación del nuevo mercado de Santa Anita; entre otros. En Transporte, nuevas rutas para el Metropolitano e incremento de buses; implementación de nuevas ciclovías; ordenanzas como la del Sistema Integrado de Transportes; el retiro gradual de unidades desfasadas y de rutas; nuevas pistas y corredores como el de Nicolás Ayllon; construcción de tres nuevos carriles en el Naranjal y modernización del sistema de imposición de papeletas y sanciones. Pero no solamente ello. En lo que respecta a Medio Ambiente se han plantado cuarenta mil árboles (se tiene previsto que sean cien mil) en Comas como parte de una campaña de arborización en todo Lima; el nuevo manejo para los residuos sólidos en la capital. Y en lo que respecta a Cultura, iniciativas para ir a los museos más representativos; remodelación del teatro Segura; y el inicio de programas de cultura en Villa El Salvador, Lima Cercado, Agustino y Miraflores. Si bien se ha ejecutado el 38% del presupuesto, alrededor de cuatrocientos cincuenta y seis millones de soles, faltan las obras que fueron bandera durante la campaña, como la Línea Amarilla, la Vía Parque verde, la Costa Verde Sur, la reconstrucción de La Herradura y la más esperada, el reordenamiento del tránsito en la capital. Temas pendientes.
Susana Villarán ha hecho obra, ha promovido el esparcimiento, ha generado propuestas, ha dialogado con los actores sociales, se ha rodeado de personas idóneas y, mantiene vigente su pensamiento al hacer políticas públicas: abierta, transparente, conciliadora y tecnócrata. El inicio, debido a muchas circunstancias, no ha sido el mejor, pero es necesario percibir con claridad lo que se viene ejecutando y no diferenciarla por mantener una nueva forma de gobernar teniendo como eje la propuesta y no la imposición. Cooper tiene razón, es una tarea comunitaria el poder cambiar una ciudad, empecemos por criticar objetivamente las deficiencias, pero al mismo tiempo, elogiemos lo que se está haciendo en nuestra ciudad.
Lima, Octubre de 2011
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