Ad nauseam
martes, 22 de noviembre de 2011
¿Sombras nada mas?
Propuestas y Hechos
jueves, 30 de junio de 2011
¿CUANDO VAS A SER GRANDE… COMPADRE?
El hincha del resultado y su gran parafernalia para querer ser, quien nunca será
Equipo chico
Aprendiendo a ser grande: cuando juegas por mí, y no juegas por ti.
La gran diferencia: blanquiazul los colores.

miércoles, 15 de junio de 2011
El Centurión y sus legionarios
Veintisiete años de derrotas, de sitios infructuosos, de batallas perdidas, de desgano, de impaciencia y frustración. Veintisiete años librando combates cuerpo a cuerpo, en donde el enemigo de turno resultó victorioso porque en sus filas pululan los veteranos que nos superaron largamente, no solo en habilidad sino en paciencia. Veintinueve años defendiendo nuestro pasado, defendiendo sin éxito nuestro legado y postergando la amargura característica la cual hoy nos domina.
Combates librados a pecho descubierto, con la espada ensangrentada en la mano, con lodo en el rostro, con lágrimas en los ojos, y con una pena en el corazón. Y es que los resultados se hacen más llevaderos cuando no te embarcas cada cuatro años en una odisea de penuria y desazón. Las pugnas que encaramos en expediciones a tierras hostiles, regados de muerte tras el atardecer teñido de escarlata, en la campiña bajo el sol abrasador, en las alturas del mundo donde Atlas deja ver su desanimo de siglos de padecimiento, y bajo la lluvia tormentosa en el cielo nublado, fueran siempre desalentadoras; y tras de sí, generando resentimientos y enconos por saber quién es el culpable; donde los incautos héroes que nacen en un día y mueren en el siguiente, solo cosecharon pérdidas; cargando con el peso de la vergüenza, de la historia, y el de todo una nación. Y cuando éstos volvieron a casa, solos, con pena y sin gloria, no se resistieron a la pesadumbre e inhalaron el último aliento, antes de caer en el olvido. En el pasado.
Pero la responsabilidad no se lanza súbitamente hacia los legionarios furibundos, porque se abrieron los brazos valientemente hacia la inmortalidad, junto a Marte; ya que la carnicería desatada en interminables jornadas, fue culpa del dios sobre la tierra: el Emperador, ese ignorante en las artes de la guerra y de la diplomacia, que amarrado al trono, solo bebe de su soberbia, se alimenta de sus lacayos y se ríe de su corte aduladora.
Las decisiones recaen ahora en esta necia persona, desde hace más de un lustro; recurren a este personaje impopular y vacío más atroz que cualquiera que pudo haber estado al mando, acuden en horas de necesidad a la improvisación y la desorganización. Porque dirigió sus estandartes hacia los mismos limes del Mare Nostrum y observando el poniente desde la Torre de Hércules sin resultado alentador, fue derrotado no solo en su egocentrismo fundado en el vulgo inocuo y súbdito de sus designios, sino también por el acero de todos sus enemigos feroces y cada vez más cerca de las fronteras, campaña tras campaña. Y es que ni lugartenientes ni grandes generales supieron darnos nuevas victorias.
El infortunio ronda cual ave de rapiña sobre nosotros en estas horas de interrogantes; la bóveda celeste se contrae y parece expulsar su designio malévolo: la desventura; Vulcano, errante del subsuelo, abre los brazos y parece decir sin palabras, desde su palacio en Tártaro, que la suerte está echada; el invierno regresó y dejó su huella sobre el camino, junto con su gélido aliento aun en los domus más apartados.
Pero la resolución del ser humano no es negociable. Y espera pacientemente por recuperar el lugar que le corresponde. Lucha contra la adversidad como si fuese el último encuentro con ella. Enrostra al cielo que la desventura es una motivación, y no un impedimento. Que el dios del infierno puede venir desde donde le plazca pero no nos va quitar la esperanza ni la dicha. Y que el cobijo en época de friaje, es innecesario para la supervivencia porque Ceres protege el sustento de la prole y Diana bendice nuestra descendencia y porque el fuego en cada pálpito del corazón, es más que suficiente para resistir el soplido de la muerte.
Los descendientes de Eneas no estamos condenados al fracaso, siglos de esplendor y magnanimidad lo confirman; y es en esos momentos de apuro es en donde sobresalen los capaces y preparados, los escogidos de los dioses. Y es que de tanto discutir con sabios y hechiceros, no nos quedó otra opción que hablar directamente con la única persona del mundo conocido, que pueda por fin dilucidar nuestras contrariedades, la pitonisa de Éfeso. Sin embargo sus palabras, más que alentadores o frustrantes, generaron más confusión de la que ya teníamos: “El momento aún no llegado, la derrota y la victoria caminan juntas de la mano”.
Con esas palabras nos dejó y nos alejamos más desconcertados que los sacerdotes mismos. Pasaron ya veintisiete años en donde no entendimos sus palabras. Pero la claridad se asomó más allá de los montes de Dalmacia, aún más lejana que los vientos alisios de Capadocia. Y es que se presentó la última oportunidad para hacerle frente al infortunio degradante y pusilánime: un bárbaro.
Este extranjero, acaba de llegar de un lugar lejano. Todos en el Palacio Imperial ya lo conocemos. Venido de tierras conquistadas por Lusitania, su familia es armenia y corre sangre persa por sus venas; su mirada inexpresiva constata su miles de batallas, el temor y el jolgorio danzan juntas en sus pupilas. Su cabello cano delata sabiduría, su postura relajada y ceremoniosa indica su grado militar, su andar pausado revela templanza y sus palabras, esa que desnuda a los especuladores y charlatanes, ecuanimidad. No es fácil mirar en su interior, aunque demuestra un férreo ardor hacia la conquista y la gloria. Su instrucción y su sabiduría hacen de él una de las últimas mentes sobrias, la borrachera del poder aun no lo consume porque no la conoce a plenitud.
¿Es posible? preguntan los plebeyos. ¿Se puede? indagan los siervos. ¿Un Centurión… bárbaro? ¿Un Centurión bárbaro… al mando de una Legión?
El abyecto personaje, nuestro dios, mandatario de nuestros pensamientos y dueño de nuestras acciones, entrega nuestro futuro y nuestras mejores lanzas a un extranjero. La campaña última está cerca. En el meridión se encuentra nuestro destino. Presurosos los guerreros se presentan ante el Centurión y se alistan uno tras otro, para su aprobación. Su fuerte carácter y su pétrea fisonomía, entusiasman a los legionarios. Aunque tiene muchos brazos a su disposición, solo elige a los mejores. Una vez planificado su accionar recurre con su ejército a pequeños operativos alrededor del territorio, los curte, los perfecciona, les da ánimo, fuerzas, templanza. Esas cualidades que él ya las tiene impresa en su mente, tatuada en su alma. Pero muy a pesar de esa maestría para planificar, atacar y defender, se esconde un desconcierto por lo venidero, porque ya no se vale por sí mismo, sino por valientes que entregaran, una vez más, su puño de hierro. Ese mismo desconcierto que lo aturde cada vez que emprende una nueva empresa, en donde juega su pellejo y su honor igual que sus acompañantes. Y peor aún, se enfrenta en su primera batalla junto a su nuevo ejército, contra su propia nación.
Los más jóvenes se entusiasman hasta el hastío por hacerles frente otra vez a nuestros enemigos. La vieja guardia aun sabiendo que, como el nuevo Centurión, pasaron muchos otros líderes sesudos que quisieron cambiar las cosas y que solo obtuvieron el destierro, aguardan con expectativa los resultados de estas contiendas. Porque lo último que quieren es morir y no probar el sabor de la victoria una vez más. Faltan pocos días para nuestra salida, pero esta vez con Baco embriagando nuestros sueños. El Centurión bárbaro señala nuestro rumbo esta vez, va ser el primero en llegar, y el ultimo en irse; infunde temor en nuestros adversarios y demuestra que la temeridad convivirá entre nosotros. No desdeña la oportunidad de la gloria, porque ha sido esquiva por largo tiempo. Partimos entre fiesta, vino y mujeres, derroche, orgias y demandas por cumplir, con palabras de amor, promesas y sobre todo con la frente en alto, pero además, con el brío de nuevos aires porque el Centurión infunde severidad y fuerza entre cada uno de nosotros.
¡Oh Júpiter! ¡Daría la vida misma por repetir la formidable campaña contra los Tracios en el 70! ¡El asalto a los Caledonios en el 78! ¡O por la gloria del 75! En donde legionarios inmortales calcaron en la tierra baldía su incondicionalidad hacia su pueblo, su honor y la gloria. Estamos distantes en tiempo y espacio, pero decididos a emular las hazañas pasadas. Y es que por fin entiendo la revelación de la Pitonisa: La sombra esculpe al cuerpo, lo hace padecer exigiendo su muerte, pero si es que no los liquida, los curte para nuevas gestas; y al mismo tiempo un halo de luz penetra en los pensamientos y deposita la esperanza para seguir resistiendo. Y es que el Centurión y sus legionarios, vendrán con la espada o sobre ella, pero con la seguridad de que dejaran todo en el campo de batalla. Y gustoso los acompañé en la vida, gustoso también en la muerte.
domingo, 12 de junio de 2011
A Don Andrés Bedoya Ugarteche
Le estaría haciendo un favor a este señor si es que le doy la oportunidad de que más personas puedan leer las barbaridades y estupideces que pueda comentar en La Ortiga: la trinchera de lo nauseabundo y lo ridículo; ese espacio que le da Correo para que vomite las sandeces y locuras que engendra en sus vísceras y que las maquina en su mente putrefacta, y es que no es para menos, vamos. Y sí, le voy hacer un favor Don Andrés Bedoya Ugarteche, faltaba menos, pero para que las personas de a pie, como yo, se den cuenta que todavía hay mentalidades enclaustradas en la idiotez perniciosa y mayúscula, dañina y aberrante; ya ni siquiera comparable con la intolerancia de uno que otro insensato de las redes sociales.
Me sorprendo mucho de lo que escribe y discúlpeme si es que no hay respeto ni siquiera a su edad, y también me disculpo ante mi único seguidor en el blogger, mis 306 amigos en el Facebook, y poco más de 5 personas que me siguen en el Twitter, pero Usted, caballero, es un tremendo imbécil, con todas las letras bien puestas, porque no hay otra definición mejor que calce con su persona; esas sinceras disculpas anticipadas las doy porque no soy mal intencionado, sectario o intemperante; pero la verdad es que me causo tremendo estupor lo que acabo de leer en su columna del sábado once. Y mayor es el impacto después de prestar atención a articulistas que son sobrios, inteligentes y confinados a la verdad o al menos siquiera a las buenas intenciones, sea cual sea su visión del Perú, su afiliación ideológica, política o religiosa.
No sé en qué país vive Usted, pero es incuestionable que transita entre la demencia y el fanatismo desmedido a la soberbia e intolerancia, no se puede entender como alguien, por más mísero, racista y fétido que sea, puede cuestionar, entre otras necedades, el desarrollo histórico de una nación a niveles exorbitantes:
"Afortunadamente los incas no contaban con escritura, lo que nos habría terminado de joder. Nos cuentan algo de los "quipus", pero no hay un solo experto que sepa para qué servían. En fin, lo dejaremos a la imaginación de los estudiosos que insisten en que los incas eran "sabios" (ni siquiera inventaron la rueda)"
¿Ahora me quiere decir, solapadamente que nuestra cultura estuvo supeditada al desarrollo de la rueda? ¿Qué el Perú antiguo fue una farsa, porque no tuvimos un sistema numérico basado en glifos? ¿Qué gracias a Dios no tuvimos escritura o si no se iba a completar su desdichado aburrimiento de la Historia tal y como lo menciona líneas antes en su escrito? Me es realmente impactante leer sus brutalidades, como esta otra, verbigracia:
"Llegan trece chapetes muertos de hambre y en dos patadas liquidan al gloriosísimo Tahuantinsuyo y esclavizan a todos sus habitantes (que ya eran esclavos del Inca)"
Me perturba saber cómo se escuda en meras habladurías si un poco de seriedad para ocultar su odio y su intransigencia a todo lo que no representa su agrado, su venia. No puedo entender como un comunicador social, pude transmitir ideas sin una mínima dosis de cultura general o de conocimientos históricos; cómo Usted hecha años de estudios históricos/culturales en dos o tres palabras, sabiendo poco o nada de los acontecido. No se puede definir esos insultos más que con un solo concepto: ignorancia. Su ignorancia perniciosa y absurda, como si el peso de los años que en su persona recae, no haya sido suficiente, y no haya abierto su mente a la racionalidad y la coherencia. Como me encantaría que lo leyeran mis amigos historiadores de San Marcos. O Rostworowski, o Espinoza, o cualquier persona con masa encefálica irrigada: de la cual Usted, señor, dandy, gentleman, carece en su totalidad.
Y ahora para rematar al muerto (su inteligencia, claro está) y revivir su tirria a lo serrano, a la cultura andina, pretende enclaustrar en su sueño de un Perú sin cholos, sin awajunas, zambos, ni pobreza, abriendo el cielo en dos pedazos, lanzando su epifanía mentecata y lerda:
"Comparado conmigo, Nostradamus ni siquiera se acuerda del nombre de su mujer. Escuchen y léanme bien: el final del Perú se aproxima, y mucho más pronto de lo que se imaginan. Como lo dije antes, quienes tienen planeado progresar en la vida salgan ahora del país, ahora que pueden hacerlo como emigrantes. No esperen a jalar su carretita como refugiados"
¿Esto es seriedad? ¿Esto es escribir con seriedad? ¿Esto es escribir con seriedad y sapiencia? No, sus escritos son una apología a la podredumbre y descomposición del ser humano, en su tono más álgido y pestilente: el racismo y la intolerancia. Y lamentablemente no es la primera vez que leo lo que sale de su pluma, basta si quiera revisar sus títulos vituperantes y exentos de pudor (al menos): "La hora del imbécil", "Villaranadas, décimas y cholos", o "Mas polleras, parlamentos, nativos, utopías, etc". El contenido de esos títulos es un insulto a cualquiera forma de raciocinio, y no solamente a eso, sino a las mentalidades de los peruanos que viven en extrema pobreza, en algún caserío en pésimas condiciones, y en la más absoluta incertidumbre sobre su futuro, por citar un solo ejemplo.
Creo que la derrota de esa derecha narcisista y de espaldas a las principales necesidades del país, a la cual pertenece, lo ha afectado en sobre manera, porque no lo deja pensar con claridad, y parece que desde hace mucho tiempo, perdió la cordura y la reemplazo por la imbecilidad. Y por si no lo sabe, dignísimo caballero ilustre, ya no estamos en el siglo XVII, ya nadie vive en ese mundillo al cual parece que solo Usted pertenece, ya nadie habla pestilencias de las personas, de otras formas de pensar, de otras culturas, o de otras etnias. Espero, sinceramente, y ya para terminar la misiva, que recapacite en su visión del mundo, y se instale de una buena vez en el siglo XXI, caballero.
viernes, 27 de mayo de 2011
- Un debate es una forma de discutir ideas divergentes, de maneras de pensar diferentes, o propuestas disímiles. El debate es la línea o política, o cultural, o histórica, que intenta hacer un deslinde con el contrario; si solo si, por medio de valederos idearios de la visión (institucional o individual dependiendo del caso) a seguir a través de los valores del individuo y en pronta ejecución a través de las misiones asignadas. Se trata de realzar el temario propio y desgarrar el del otro, darle el sentido de mamotreto, de equivocación, de error, de prescindible, innecesario, sustituible. Una vez cometido de este acto de asociación, no queda más que exponer las ideas propias y darle un sentido de originalidad y de verdad. Para mí, esto es un debate.
- No me falta el tiempo. No puedo excusarme un viernes en la noche, al menos que sea una tragedia. Generalmente ese día y a esa hora, juego póquer hasta las 4 am. en algunos casos, y al día siguiente me levanto a las 6.30 am para ir a trabajar; es decir, ni cansancio siquiera por el término de la semana. Son excusas tontas. El que quiere, puede.
- Considero una discusión bizantina enrostrarle a un fujimorista o a un nacionalista los errores de su partido, los errores del Plan de Gobierno, o los errores de su candidatura, sus atavíos pasados. No, no lo voy hacer. Porque un sujeto que ya definió su voto, o un reacio partidario que alquila la lengua y sus pulmones para gritar por quien va a votar, no entiende de absolutamente nada, de nada que este fuera de su cerebro y de nada que este fuera de su lineamientos. No pienso gastar saliva en responderle a alguien que, si bien, no comparte mi punto de vista (eso ya seria mucho pedir) al menos me respete por decir lo que yo pienso; ya que siempre es bueno seguir los dictámenes de la razon y la cordura, de escuchar y de responder alturadamente y sobre todo con respeto. No voy a confrontar ideas en un momento tan álgido para cada uno de nosotros; en donde la mitad más uno de los peruanos, hubiese querido otra opción: diáfana y más leal a los principios de gobernabilidad en democracia, que de lo que representan estos señores.
- No creo que vaya porque la intolerancia se respira en cualquier claustro universitario, en cualquier café de Lima o en cualquier charla amical. Porque no se respetan las ideas ajenas, los dogmas contrarios, la diversidad de formas de razonar. Las personas han llegado al punto (y aun mas en época electoral) de denigrar y vapulear cual puta de barriada a los que no siguen al rebaño, a los que creen que los principios de la democracia, que se encuentran enteramente en tres conceptos fundamentales, liberté, égalité, fraternité; y no de dictadura, represión e intolerancia. Como me los muestran (uno más que otro) Keiko y Ollanta. Nunca fui seguidor de ninguno de los dos, ni pienso apoyarlos ciegamente en época electoral, y ni lo voy a ser sabiendo quien salió como presidente.
- Tengo un lineamiento político que se resume en tres elementos: liberalismo, democracia participativa y conciencia social; todos, y cada uno de ellos, en gobernabilidad. Cada uno de ellos adscrito a los principios de la igualdad, libertad y fraternidad, como lo acabo de decir. Cada uno de ellos, adjunto al progreso nacional. No encuentro mayores trabas para este progreso que las formas despóticas y autócratas de los encumbrados en el poder (y cegados por el), que impiden la libertad de los individuos en todos sus ámbitos. No sé de mayores inconvenientes para la apertura de ideas y de formas de razonar que el impedimento y las mordazas de gobiernos despóticos, crueles y sanguinarios. No entiendo las represiones sin motivo aparente para las personas que plasman con la pluma en el papel, lo que su corazón y la verdad dictan, lo que la conciencia añora, lo que el alma desea.
- La voz del pueblo, vapuleado por años de desgracia, pobreza y servidumbre no es escuchada por las figuras representativas de nuestra política. Ahora dime tú, ¿Nosotros, en 12 metros cuadrados, vamos a decidir el futuro de nuestro país, con nuestra tratativa de la problemática? ¿vamos a esculpir nuestro destino, hablando como loros y hasta por los codos? ¿Nosotros, seis individuos, vamos a tomar la rienda de los otros veintiocho millones, porque se nos ocurrió hablar de los problemas sociales en la época electoral? Si queremos un cambio, si queremos ser representados, sino estamos de acuerdo con la imposición de ideas, no vamos a aprender nada más que la intolerancia del otro, y no vamos a entrar más que a la discusión sin salida y sin sentido del juego político. Tenemos que salir a las calles a luchar por todos y cada uno de nosotros; si da asco la política porque solo es representativa cuando los candidatos se venden por un voto, entonces convoquemos a las masas a gritar voz en cuello sobre lo que nos aqueja. Las redes sociales como dinamos de ideas dispersas y de impulsor de grandes grupos, es una herramienta para conseguir apoyo y propalar ideas. Un claro ejemplo de lo que digo es la convocatoria de la mitad de España en Madrid, para establecer las bases de la nueva Democracia real, en donde estos no están de acuerdo con las directrices económicas y sociales impuestas por RZ.
- Pero nosotros no estamos unidos, no tenemos capacidad de convocatoria [pacífica] y no sabemos realmente qué es lo que queremos. Si la polarización en la campaña se torna cada vez más aburrida, penosa, apestosa y vulgar, no me puedo imaginar (y te lo digo con bastante tristeza) luchando juntos los fujimoristas y los nacionalistas por una misma causa una vez que las cartas estén echadas. Porque son como Capuleto y los Montero, como los Tudor y los Estuardo, como los Huguenot y los católicos: no son capaces de sintetizar, sopesar, medir, contrastar y perfeccionar ideas en conjunto. Es una guerra de polos.
- Sin embargo, no coincido como muchos columnistas, analistas, políticos, sociólogos, psicoanalistas, politólogos, periodistas y remedos de hombres. Que, o bien se venden al mejor postor, o bien declinan su voto por meras estupideces misántropas. Por ejemplo, no desvío mis principios por un rencor enconado como Fernando Rospigliosi, que si fue un periodista combativo de las injusticias de la dictadura de Fujimori junto con otros tantos, ahora lo apoya sin rubor o sin reparos. O como el poco hombre de Aldo Mariátegui, que habla sandeces en todos los idiomas, llevado por un temor infundado, soso y ganso. O el otro extremo, el del respetado Pedro Salinas, una persona admirable, inteligente y conspicua, que prefiere exhortar (entre líneas) a sus seguidores asiduos (como yo), de no votar por nadie, es decir, de ser consecuente de nuestras preferencias y dejar que “se haga lo que se tiene que hacer”. No comparto ni uno ni otro extremo; aunque los respeto como comunicadores sociales, no por sus ideas...
- Finalmente, ya tengo mi voto definido, y no necesité de interrogativas innecesarias a mí mismo para saber por quién. Voto porque en mis manos junto a la de mis pares, y mis antecesores se encuentra el destino nuestro, por más romántico y novelesco que suene. Porque ejerzo mi derecho a votar y no mi deber de votar. Porque me siento joven, lucido y con ganas de decidir mi futuro, y porque no hay mejor formar de hacerlo, que dejando de lado el resentimiento el vituperio y demás exangües formas de pensar. Voto por ser partícipe de la democracia y voto por ser tomado en cuenta.
- No quiero las malas interpretaciones al momento de asumir una bandera política, la que yo creo humildemente, es la mejor opción para mi país; al menos en este caso en particular. Mi voto es por Ollanta Humala, que asumo va tomar con mayor rigor y tenacidad la banda presidencial; porque creo que la redistribución económica va ser una realidad; porque tengo en cuenta que la corrupción y los lobbies se van acabar de una buena vez; porque considero que los principios antes mencionados van a ser realidad; porque no creo en el bombardeo de información parcializada de los grandes grupos de poder que quieren minar mi voto; porque lleva consigo gente capaz, gente idónea, técnica y, sobre todo, demócrata; porque tiene el apoyo y el auspicio del mundo intelectual y académico representado en sus más insignes figuras; porque necesitamos un rostro nuevo que devuelva las esperanzas de los menos favorecidos; porque queremos más apoyo social y mejor infraestructura en colegios, hospitales, comisarías y un largo etcétera; porque la seguridad ciudadana va ser una de las tareas ; porque tenemos que capitalizar nuestro éxito económico hacia adentro; entre otras valederas razones. Humala no está exento de críticas, no reconocerlo sería un error, una payasada. Lo matanza en Madre Mía, el levantamiento de Locumba, la influencia de Hugo Chávez y demás cosas, no es un juego de niños, son razones valederas para desechar cualquier candidatura; de igual manera que la de Keiko. Los dos son personajes que son harto cuestionados por lo que dijeron, por lo que pensaron, por lo que avalaron o por lo que ejecutaron. La única diferencia sensata, con la cual me identifico y con la cual estoy a favor, es con la de Gana Perú, por las razones que ya expliqué. Sin embargo, si es que el Estado de Derecho a lo largo del tiempo se ve deteriorado, las instituciones democráticas impedidas de ejercer sus funciones vitales por las cuales fueron creadas, la libre expresión supeditada a directrices de gobierno o la dictadura que conocemos de pies a cabeza, imperante, saldremos a las calles a que se escuche nuestra voz de protesta, a lo MVLL.
Respeto a las personas que votan por Fuerza 2011, tienen razones fuertes para hacerlo; aunque particularmente no las comparto, yo considero que en democracia, la tolerancia con las ideas divergentes y diversas es una premisa fundamental. Siempre trato de combatir lo que no es correcto, lo que es sesgado y lo que no tiene sustento, en este caso particular podría ser así; pero ninguno de los candidatos está libre de absolutamente nada. Un abrazo fraternal y un caluroso saludo. Espero que, si no hubo un debate, haya expresado mis ideas y haya sido comprendido por las mismas.
Luis Casanova Paredes
jueves, 14 de abril de 2011
CADA VEZ QUE JUEGAS

La alegría propia, esa misma que es producto de un amor también propio, se contradice en el mismo instante en que estas en las graderías de una popular, y compartes la felicidad o la tristeza de un desconocido. Y no te percatas que el amor que profesas con tanto ímpetu, es peculiarmente igual al tuyo. Ese afán, esa nostalgia, esos gritos, y ese cariño convicto, son exactamente iguales, increíbles. Su nombre, edad, familia, en fin, toda su identidad es dejada de lado por el hecho sencillo y simple de que no interesa en lo más mínimo. No, en esta ocasión no.
Porque quiere con el corazón, lo que tú también quieres con el corazón, salta y contornea los brazos al unísono de un redoble de tambor, al igual que tú. Se enfada, gruñe, medita, alza las manos al cielo implorando gratitud, se molesta con la misma actitud infantil. Ríe, canta, festeja, baila, se excita, se emociona con el mismo afecto.
Quizá a esta persona nunca más la volveré a ver, o peor aún, me olvidaré de su rostro una vez saliendo de un estadio. Así gane, pierda, empate.
Tanto el como yo, compartimos una historia, un sentimiento, un objetivo; pero no somos los únicos. Esa marea humana apostado detrás de un arco de madera, con trompetas, tarolas, tambores, banderas y caras pintarrajeadas y gritos de batalla, sienten lo mismo. Pero no felices con ello, los expresan a viva voz. Esas miradas cautivas frente a un televisor con un cigarro en una mano, con un vaso de cerveza en el otro; en una sala llena de personas, o completamente solo: criticando, queriendo, alentando.
Satisfechos o no, encaminamos hacia un rumbo lo que anhelamos, todos y cada uno de nosotros: un pase, una jugada, una huacha, una pared, un gol, un partido ganado, un título a cuestas. Y es una especie de compromiso indeleble, tácito, tatuado en la piel. He visto a personas llorar amargamente una derrota, y he contemplado risas de emoción y felicidad por un título. He sentido recorrer por mi cuerpo un sinfín de emociones, y lo mejor de todo, es que he descubierto esa risa complaciente y emocionada de mi hermano, cuando suena en mi casa “Se va, se va… ”.
Y es que cada vez que juegas, me regalas una alegría indescriptible.
Cantar, reír, llorar, bailar, odiar… amar.
ARRIBA ALIANZA